lunes 30 de marzo de 2020

AGD ante el anuncio de comienzo lectivo en abril

 Luego del comunicado del Rectorado, y de las distintas postergaciones del inicio del cuatrimestre emitidas por autoridades, en estos últimos días el conjunto de docentes de la UBA está recibiendo indicaciones, a través de los coordinadores de cátedras, departamentos o secretarías académicas, para comenzar el 12 de abril con un cuatrimestre virtual y para eso […]

 Luego del comunicado del Rectorado, y de las distintas postergaciones del inicio del cuatrimestre emitidas por autoridades, en estos últimos días el conjunto de docentes de la UBA está recibiendo indicaciones, a través de los coordinadores de cátedras, departamentos o secretarías académicas, para comenzar el 12 de abril con un cuatrimestre virtual y para eso se están confeccionando instructivos o kits para –nos dicen- garantizar el cuatrimestre.

En el contexto de crisis que está atravesando todo el mundo, nuestra prioridad es la salud de nuestro pueblo. No podemos tratar con normalidad situaciones anormales. Todo está alterado y no podemos ser cómplices del «como si nada», cuando nos presionan para «encender» la maquinaria de la virtualidad en reemplazo de la presencialidad. Les docentes no estamos exceptuados de esta situación crítica, nuestros estudiantes y nuestro entramado social tampoco.

Dejando de lado que la educación a distancia es, desde hace mucho, un objetivo a alcanzar extendidamente por parte de las reformas (contrarreformas) educativas capitalistas encuadradas en el proceso de mercantilización de la educación, porque ahorran presupuesto educativo (menos aulas, menos infraestructura, menos docentes y no docentes), desorganizan al conjunto de docentes y estudiantes e implican una profundización de la flexibilidad laboral de quienes la sostienen, desde AGD UBA en primer lugar consideramos fundamental establecer cuatro cuestiones de base.

1-Estamos en una situación excepcional. Producto de la pandemia y la necesaria cuarentena, la vida de lxs docentes y de lxs estudiantes se ha alterado drásticamente. No hay experiencia reciente que reproduzca el hecho de millones de personas enclaustradas para evitar un contagio masivo. Ignorando eso, buscan instalar una normalización de lo que constituye una “anormalidad” que ha parado no sólo un cuatrimestre, sino el funcionamiento de la sociedad mundial en todos sus planos.

2- Las profundas diferencias entre la educación virtual y la presencial. Reconocemos el lugar que ciertas herramientas virtuales ocupan hoy en nuestros procesos educativos. Pero entendemos que esto de ninguna manera puede reemplazar el sistema presencial que articula en un trabajo conjunto todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por el contrario, tal como se nos está imponiendo en este momento, la educación a distancia es unidireccional dado que sólo es del docente al estudiante, no permite interacción alguna y por lo tanto degrada el proceso educativo.

3-Defendemos la universidad estatal, pública y gratuita y que brinde iguales posibilidades a quienes deciden formarse en ella. Luchamos para que los y las estudiantes tengan garantizado todo aquello que se requiere para tener las mismas oportunidades. El acceso al material (sea analógico o digital) tiene que estar garantizado plena y democráticamente para todes.

4- Aunque de manera desigual, la ausencia de preparación previa de plataformas adecuadas, de contenidos que llevan larga elaboración, de alfabetización tecnológica del docente, designación de tutorías, de sistemas de evaluación, como es el caso de UBA XXI, es generalizada en toda la UBA.

Ninguna de las cuatro condiciones está considerada o presente en la vertiginosa “conversión” del comienzo del cuatrimestre a formato virtual masivo que están impulsando la mayoría de las autoridades (decanatos y rectorado). 

 

El contexto

Los que buscan avanzar con un inicio virtual del cuatrimeste «pase lo que pase» pretenden ignorar las condiciones sociales de lxs estudiantes. De los que carecen de equipamiento (o tienen que compartirlo entre todos los “aislados” del hogar) y muchos apenas cuentan con un celular, de los que no tienen conectividad en sus hogares, de los que comparten ahora su vida cotidiana con otras tantas personas, de quienes no tendrán un docente –ni siquiera un tutor presencial- para orientarlos en el proceso de aprendizaje, de los tantísimos que no cuentan con un espacio físico mínimo para poder concentrarse en las tareas escolares o académicas.

Ignoran las condiciones de vida de los docentes. De quienes tenemos distintos cargos, en distintas unidades académicas (incluso en distintos niveles educativos, como el de la educación superior). De quienes tampoco cuentan con infraestructura, de quienes no pueden convertir una clase presencial en una virtual en una semana. De las y los docentes que, además, enfrentamos esta pandemia y cuarentena con las familias a nuestro cuidado. Ignoran también que hay docentes que han quedado varados sin poder regresar a sus hogares al instalarse el aislamiento social preventivo y obligatorio.

Pero sí saben que no nos han capacitado para el sistema virtual y que tampoco podremos hacerlo de acá a mitad de abril. Mientras, en pocos días y en el caso de varias unidades académicas sin soporte virtual institucional que lo garantice, se improvisan plataformas, cadenas de mails, grupos de whatsapp con instructivos (“bombardeando” en algunas cátedras las 24 hs de un domingo), en algunas facultades se solicita se seleccione sólo 3 o 4 docentes para una capacitación “express” (¿y el resto de la cátedra?). El pretendido acceso a plataformas virtuales desnuda otro problema grave: les docentes sin designación -el último eslabón de la precarización- esos cientos de ayudantes que no solo trabajan sin salario, sino que ni siquiera se les reconoce como docentes. En definitiva, no se puede disimular lo indisimulable: no hay condiciones para sostener un cuatrimestre en estas condiciones.

 

¿El cuatrimestre?

Por otro lado, un cuatrimestre no es solo volcar contenidos, ¿qué pasa con la evaluación? ningún estudiante debe ser evaluado en estas condiciones. ¿Y la formación en laboratorios, trabajos de campo, talleres, etc? Nada de eso se explica.

Lamentablemente esto se repite en otros niveles educativos. Las redes sociales –precisamente ese mundo digital al que ahora nos invitan como la salida a todos los problemas– estallan con las declaraciones de padres que indican la imposibilidad no sólo de sus hijos de llevar adelante las tareas sino de algo anterior: la imposibilidad de poder conectarse con sus escuelas. Estallan las voces de los docentes que exhiben las orientaciones, instructivos, sugerencias, etc., que emanan las autoridades educativas de distintas jurisdicciones para revelar un dislate: no saben qué decir, ni qué proponer. Por tanto, plantean a los docentes, a los estudiantes, a las familias, que… hagan lo que puedan.

 

Las herramientas digitales

La educación a distancia y la virtual suponen, para ser hechas seriamente, que les docentes tengamos una formación específica que no todes tenemos y que, de hecho, en general las patronales universitarias no proveen. Tampoco se nos provee con la infraestructura y las herramientas apropiadas. Creer que las clases presenciales estándar, desarrolladas sobre la base material de la interacción docente –estudiante y estudiante-estudiante y el dispositivo del pizarrón o pizarra (que no es reemplazable por completo por un archivo digital) se reemplazan por un conjunto de emails y el uso de una plataforma para subir material bibliográfico y guías de estudio es desconocer el trabajo docente que realizamos. Rechazamos la concepción instrumental o tecnocrática de la docencia y del docente.

Rechazamos esta farsa educativa. Como se dice para otras ocasiones igualmente graves: no, en nuestro nombre.

Semejante propósito, además, constituye motivo de discusión paritaria porque afecta condiciones laborales, como pasa con cualquier trabajador al que le alteran sus condiciones.

 

La capacitación obligatoria sobre temáticas de genero

En este contexto es que rechazamos también que se intente llevar adelante un curso de formación en temáticas de género de manera obligatoria. Nuestro sindicato es parte del movimiento de mujeres y disidencias que lucha contra la violencia y la discriminación sexista, apoyamos la Ley Micaela y no desconocemos los cuantiosos ejemplos en que funcionaries de la UBA desoyen denuncias y reclamos o intentan desviar cuando se trata de miembros de su propio sector. Sin embargo, consideramos que esta capacitación, si pretende ser seria, debería realizarse como capacitación en servicio y cuando realmente se normalice la situación, respetando el Convenio Colectivo de Trabajo.

 

Nuestros estudiantes

Invitamos a las y los docentes a establecer contacto con sus estudiantes (en la medida de lo posible), a acercarles programas, a compartir una serie de lecturas o guías, orientar sobre la bibliografía. Entre otras razones, porque sostener ese vínculo, en estas condiciones de aislamiento social, no sólo es saludable para todes, sino también necesario para el vínculo de les estudiantes con nuestra universidad.

 

No a las presiones, pongamos en foco lo importante

Rechazamos la presión que están sufriendo muchos de nuestros afiliados en esta situación para ser los “responsables” de una normalidad que no existe por ningún lado.

Y llamamos a todos nuestros compañeros a rechazar las imposiciones de quienes quieren llevarnos al como si: como si nosotros diéramos clase, como si nuestres estudiantes aprendieran, como si elles gestionaran un sistema educativo normalizado.

Llamamos por lo mismo a todas las organizaciones estudiantiles a sumar su voz en esta dirección.