Proponemos esta declaración para el más amplio debate en los lugares de trabajo: facultades, colegios, laboratorios, cátedras.
- El movimiento docente en 2018 demostró que era posible no solo realizar la mayor marcha universitaria de las últimas décadas sino también llevar adelante un plan huelguístico, que la AGD y la Conadu Histórica sostuvieron por cinco semanas. La entrega de las burocracias de Conadu/Feduba, Fedun/Aduba, Ctera/Ute y Fagdut, con la firma del acta de la vergüenza, que consagraba una pérdida salarial y al mismo tiempo la incorporación de sumas fijas en negro, fue un duro golpe a toda la docencia universitaria. Al firmar una paritaria a la baja, dieron por finalizado un conflicto que se encontraba en su punto más alto y que comenzaba a transformarse en un verdadero conflicto universitario de la mano del involucramiento del movimiento estudiantil.
- Desde enero hasta abril se desarrolló la “opereta”, tal como lo denunciamos. La comisión de seguimiento integrada por las burocracias y de la que fue excluida la Conadu Histórica volvió a sellar otra entrega: otros cuatro pagos en negro. Es decir, una reafirmación del ataque a una de las conquistas más importantes de 2005: el blanqueo salarial.
- En este cuadro el movimiento docente llega a la discusión paritaria de 2019, que se abrió en abril y cerró con la firma por parte de todas las federaciones, incluida la Conadu Histórica. El plan de lucha que lanzó la AGD no logró masificarse: a diferencia del 2018, donde se multiplicaban las clases públicas incluso en aquellas facultades menos activas, donde el paro se hizo sentir por semanas, donde el movimiento de lucha conectó con el proceso de tomas estudiantiles; esta vez encontramos un límite del que no pudimos salir. Responsabilizamos una y otra vez a las burocracias del estado de desorganización que introdujeron en el movimiento docente que, desde nuestra perspectiva, todavía tenía fuerzas para poner de pie un proceso de movilizaciones y lucha.
- Así se llega a una paritaria que fue debatida por la dirección de AGD, por sus asambleas e incluso en la Federación. La aprobación por una enorme mayoría no significó una celebración de una paritaria a la que definimos como contradictoria. ¿En qué sentido? No pudimos recuperar la pérdida salarial de 10 o más puntos del año pasado. Por una razón simple: quienes promocionaban “la mejor paritaria de la historia”, fueron los que cerraron en abril, en la comisión de seguimiento, la posibilidad de recuperar lo perdido. Tampoco logramos alcanzar para 2019 una cifra que recupere nuestro salario. Un 16% en cuotas, a lo que se agrega lo que surja de la aplicación de la cláusula gatillo, en el mejor de los casos evitará agravar la pérdida. Pero, en cualquier caso, significa que no pudimos revertir el deterioro salarial que afecta a la docencia universitaria como al conjunto de los trabajadores cuyos salarios están apenas por encima de la línea de pobreza. Ese fue el sentido de nuestro reclamo por un paro de 36 horas a las centrales sindicales para quebrar una política que este gobierno, desde su asunción hasta hoy, ha venido aplicando contra nuestros salarios y derechos laborales.
- Pero la paritaria es contradictoria también en otro sentido. El balance de la lucha de 2018, pese a la clausura de las burocracias, fue positivo en particular en dos sentidos. Se activó una lucha de docentes ad honorem como hacía años no se había advertido en la UBA, donde existen –según datos oficiales- 10 mil docentes que trabajan gratis, si bien nuestros cálculos lo duplican. Y en segundo lugar, nuestra sistemática denuncia tanto de la comisión de seguimiento (una instancia que no obliga al gobierno a incrementar el salario de acuerdo a la inflación en curso) como de los pagos en negro de fin del año pasado y de principios de este, conectó con un masivo rechazo de la docencia, fijó un límite a la política de destrucción del salario.
- En ese sentido, el acta paritaria puso tres cuestiones centrales: el fin de los pagos en negro (en un blanqueo progresivo, no inmediato como reclamábamos), la incorporación de una claúsula gatillo (en septiembre, no mensual como corresponde al desborde inflacionario al que asistimos) y un programa especial de 80 millones de pesos para remunerar con salario fundamentalmente a docentes ad honorem de la UBA. Estos tres puntos, con sus limitaciones y en un cuadro de ofensiva, dejan al movimiento de la docencia pre y universitaria mejor armados para la lucha que viene. En un cuadro de ofensiva, con centenares de despidos semanales, conquistamos puestos de trabajo con salario para un número de docentes ad honorem.
- Con la firma de la paritaria se cerró una etapa, pero se abre otra que, en lo inmediato, supone fortalecer nuestra organización y estar alertas para defender los puntos progresivos de esa acta. Que se cumpla con el salario para los docentes ad honorem, que se sostenga el blanqueo salarial, que se aplique la cláusula gatillo. Pero además sigue abierto nuestro reclamo por la aplicación del Convenio Colectivo de Trabajo, es decir, por el derecho a la estabilidad laboral, que el Rectorado de la UBA se niega a reconocer. En defensa de nuestro régimen jubilatorio y por avanzar en más nombramientos de docentes ad honorem para desterrar el trabajo gratuito en la UBA. También sigue abierta nuestra oposición a las políticas de contra reforma universitaria que auguran nuevas ofensivas para precarizar y flexibilizar nuestro trabajo.
- La masivamente repudiada afiliación compulsiva de ADUBA no es un accidente. Ratifica el carácter burocrático de una organización que ostenta la personería gremial sobre la base de la estafa. En tal sentido, la lucha clave de la docencia universitaria en esta etapa es la de sacarnos de encima el lastre de las burocracias que afilian a la fuerza y que son el mayor obstáculo para desenvolvimiento de un movimiento de reivindicaciones y de lucha. Por eso, se impone la tarea, por un lado, de una presentación y acción colectivas contra estas afiliaciones. Por el otro, un llamamiento también masivo a afiliarse a la AGD, a sostener al sindicato que basa sus resoluciones en sus asambleas soberanas, que crece desde sus comisiones internas, que es un herramiento de organización de la docencia universitaria.
- El “hay 2019”, que la AGD ha venido confrontando y denunciando como una maniobra de las burocracias sindicales para desorganizar el movimiento de lucha de la docencia pre y universitaria, terminó por imponerse. No obstante, el escenario electoral que ahora todo lo ocupa se desarrolla en medio de una enorme crisis económica que puede estallar antes o después de octubre. En cualquier caso, de manera más o menos explícita, los programas de la mayoría de los postulantes a las elecciones adelantan su voluntad de seguir pagando e incluso de avanzar en la piedra basal de la ofensiva del capital: la reforma laboral y la reforma previsional. Cada vez queda más claro que, si no se rompe con el FMI y se sigue pagando la deuda que hoy equivale a un PBI, se terminará por destruir la educación, la universidad y la ciencia públicas. Por eso se impone la ruptura con el fondo y el no pago de la deuda.
- Nuestro pliego está más vigente que nunca: en defensa del salario, por el salario para los docentes ad honorem, por la defensa del sistema jubilatorio, por la aplicación del CCT, por la estabilidad laboral, por jardines materno parentales en todas las facultades, por licencias ante casos de violencia de género y suplencias pagas en casos de licencia, por el incremento del presupuesto universitario y del sistema científico, por la defensa de la universidad pública, gratuita y científica al servicio de los intereses de los trabajadores y del pueblo.
AGD UBA