La clase de Acuña
Las declaraciones de la ministra de Educación de CABA, Soledad Acuña, confiesan su propio fracaso y vuelven a exponer su desprecio clasista. No es la primera vez: ya había caracterizado como fracasados a lxs ingresantes de los institutos de profesorado por su edad y por “pertenecer a sectores cada vez más bajos socioeconómicos”. Ahora desahucia a lxs estudiantes que quedaron fuera del sistema durante la pandemia, como si la política de su gobierno –el ajuste presupuestario, el reparto de viandas de miseria, la no entrega de equipamiento y acceso a conexión gratuita- no fuera la causa principal de la grave situación educativa que viven niñxs y jóvenes de los sectores más empobrecidxs.
Su confesión la incrimina todavía más: la política educativa no solo no puede alcanzar a los sectores populares sino que, así lo expresa, los deja “perdidos”.
No se nos escapa que la brutal declaración apunta a reforzar una presencialidad sin condiciones cuando estamos en medio de una nueva ola de contagios, cuando no hubo inversión alguna para reacondicionar escuelas y colegios, cuando los salarios docentes ni siquiera superan la línea de pobreza.
Repudiamos estas declaraciones de Acuña. Denunciamos que el desfinanciamiento del sistema educativo en todos sus niveles y en todo el país es un ataque a la educación pública. Que esta política y el empeoramiento de las condiciones de vida de las familias trabajadoras son la causa de la deserción, la depreciación de la formación educativa, de los “fracasos” en la escuela media y en el nivel superior.
Nada de esto es irremediable. Por eso desde AGD sostenemos nuestros reclamos en defensa de una educación pública sobre nuevas bases sociales. Por más presupuesto, salario, condiciones de trabajo, equipamiento y conectividad para estudiantes y docentes.
Quienes están irremediablemente perdidos porque ya no pueden dar respuesta a los reclamos populares son los funcionarios como Acuña.