El 17 de mayo se conmemora el día internacional contra la homofobia, lesbofobia, transfobia y la bifobia, dado que ese día en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) quitó a la homosexualidad de su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
Es lento y progresivo el avance de la lucha contra la violencia hacia LGBT. Lento, recién en 2019 la misma OMS quitó de ese mismo Manual a la transexualidad. Progresivo, porque emancipa de la tutela clerical, la represión estatal y la violencia odiante a millones de argentines. La masacre de Barracas del 6 de mayo, donde fueron asesinadas tres personas por ser lesbianas (lo que se considera lesbicidio), así otros cientos de crímenes de odio demuestra la vigencia de la lucha contra esta violencia. Su costo se mide en las vidas y en la salud física y mental de, de nuevo, millones de argentines. La masacre también demuestra el límite a las políticas superficiales con las que el progresismo intenta convencer, empapado de liberalismo, de que tenemos que tener paciencia en las capacidades estatales y la batalla cultural. Las universidades nacionales no son ajenas ni a violencia contra LGBT ni a este progresismo liberal. Necesitamos que los saludos a la bandera contra la violencia hacia LGBT* se complementen con políticas de apoyo e inclusión de las diversidades sexogenéricas en la vida universitaria. Por ejemplo, con la implementación efectiva de la inserción laboral trans* en las universidades nacionales. No se trata de privilegios, se trata de empezar a reparar los efectos de la violencia contra LGBT*.
Andrea, Pamela y Mercedes presentes!
Inserción laboral trans* en las universidades nacionales!
Basta de violencia hacia LGBT* en las universidades nacionales!