El Rectorado acaba de sacar sus “Pautas para afrontar la emergencia presupuestaria”. Los datos que publica son dramáticos: “Una reducción del 26% en términos nominales y del 80% en términos reales (respecto del presupuesto devengado en 2023) de gastos de funcionamiento asignado para este año a la Universidad para atender todo lo correspondiente a educación, salud, ciencia y técnica y hospitales universitarios ($26.152 millones en 2023 contra $19.461 millones en 2024, incluyendo la actualización del 70% desde el mes de marzo)”.
En otras palabras, estos números demuestran que asistimos a un plan de guerra por parte del gobierno de Milei contra la UBA y el sistema universitario público en su conjunto, cuyos presupuestos congela hasta la asfixia.
Las pautas del Rectorado que se enumeran en una comunicación destinada a lxs decanxs y rectorxs de los colegios preuniversitarios buscan “mitigar” las consecuencias del desfinanciamiento y de los incrementos de los servicios que dejaron de estar subsidiados también para las instituciones públicas. Sin embargo, autoajustarse frente a la asfixia presupuestaria del gobierno va en detrimento de poder realizar las tareas de investigación, docencia y extensión cotidianas, además de golpear a las condiciones laborales y de estudio de quienes habitamos en las aulas y laboratorios.
Hoy, la Facultad de Medicina comenzó el día con apagones en varios de sus pisos y desde hace días que los ascensores dejaron de funcionar. Las imágenes filmadas y viralizadas se revelan como pruebas concretas de las denuncias que venimos realizando desde que comenzó el ataque del gobierno a las universidades. Los intentos por “normalizar” la cursada por parte de la mayoría de las autoridades chocan contra la realidad más concreta que amenaza con el cese de funcionamiento de las facultades y colegios. Y con salarios por debajo de la línea de pobreza que empuja a muchxs a renunciar a la universidad.
A la guerra declarada y explícita del gobierno –acompañada por un arsenal de tuits agraviantes y falsos sobre supuesto adoctrinamiento–, no la podemos enfrentar con pautas que mitiguen la asfixia, la rebaja salarial o el empeoramiento acelerado de nuestras condiciones de enseñanza e investigación. No es trasladando el ajuste a las condiciones de enseñanza, aprendizaje, investigación, extensión, laborales y salariales que salvaremos a la universidad de su ajuste. Sencillamente hay que rechazarlo de plano y ganar las calles hasta que se solucionen todos nuestros reclamos. Apagar la luz o no encender la calefacción es lo que busca el presidente Milei. No podemos dejar que suceda.
Pongamos en pie un movimiento de estudiantes, docentes y no docentes para derrotar la política de guerra contra las universidades públicas. Todxs a la marcha del 23! Y a partir del 24, a seguirla hasta que logremos nuestros reclamos.